El estrés es una respuesta física y mental natural ante situaciones que se consideran desafiantes, una enfermedad que la Organización Mundial de la Salud define como “un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil”.
Es normal tener cierto grado de estrés, señala la OMS, pues es una respuesta natural a situaciones amenazantes que activa mecanismos de defensa y permite que las personas reaccionen y no se queden paralizadas.
Por otro lado, el Sistema de Salud Pública de Reino Unido declaró que “El estrés genera una explosión de hormonas en el cuerpo, que se liberan para que el individuo pueda manejar amenazas o eventos que ocasionan mucha presión. Lo que se conoce como la respuesta de ‘lucha o huida'”. Por lo que tiene su lado bueno.
Sin embargo, es importante hablar de sus consecuencias negativas y tomarlas en cuenta. De acuerdo con la OMS, los signos del estrés son dificultad para relajarse y concentrarse, ansiedad e irritabilidad.
También existen síntomas físicos como dolor de cabeza o en otras partes del cuerpo, malestar gástrico, dificultad para dormir o alteraciones en el apetito, es decir, comer más o menos de lo debido. Al volverse crónico puede agravar problemas de salud y dar lugar a un aumento en el consumo de tabaco, bebidas alcohólicas y otras sustancias.
Además, las situaciones estresantes pueden provocar o agravar problemas de salud mental, como ansiedad o depresión y estos problemas pueden deberse a la persistencia del estrés si ha afectado la vida y el desempeño educativo o labora.
Cabe añadir que en un mundo moderno el estrés se encuentra cada vez más presente y normalizado en el mundo laboral. El artículo Estrés laboral: una revisión de las principales causas consecuencias y estrategias de prevención, de la Revista Investigación en Salud Universidad de Boyacá sostiene que el estrés es “una enfermedad muy peligrosa”.
El artículo advierte que “altera el estado psicológico de la persona, porque genera reacciones y respuestas de tipo emocional, cognitivo, fisiológico y del comportamiento frente a situaciones con alta demanda laboral que sobrepasa los recursos personales y del trabajo”.
Esta problemática, de tipo social y económica, está asociada con factores de riesgo psicosocial y con desencadenantes, por lo que su detección y afrontamiento es importante para evitar secuelas y daños a la salud tanto física como mental.
De acuerdo con el artículo de la revista de la Universidad de Boyacá, las principales causas asociadas del estrés con las exigencias del trabajo son: carga laboral, extensas jornadas de trabajo, ambiente laboral inadecuado, comunicación deficiente, desconocimiento de funciones, respaldo insuficiente, así como presencia de factores físicos (ruido, hacinamiento, temperaturas, etc.) y factores emocionales individuales.
Añade que los signos de esta enfermedad se pueden llegar a mostrar a corto, mediano y largo plazo, afectando la calidad de vida del trabajador, lo que puede tener repercusiones en su desempeño, en la productividad y en el clima organizacional.
Aunado a lo anterior, en un artículo la UNAM declaró que “México es uno de los países con mayor prevalencia del síndrome de burnout, superando a China y Estados Unidos”. Además, el 75% de los trabajadores mexicanos sufren de fatiga por estrés laboral y más del 40% de los oficinistas se sienten exhaustos.
Otro factor que contribuye al aumento del estrés son los bajos salarios, la falta de pago y prestaciones, y la necesidad de tener varios empleos.
Patricia Lozano, consultora en desarrollo humano, afirma que el autocuidado y hábitos saludables como realizar ejercicio, llevar una buena nutrición, establecer horarios, descansar adecuadamente, emplear técnicas de respiración y relajación, reconocer emociones, y efectuar alguna actividad artística o meditación pueden ayudar a prevenir este padecimiento.
Es indispensable que las organizaciones tomen medidas para la prevención de esta enfermedad laboral mejorando la comunicación, las relaciones interpersonales y adecuando los espacios de trabajo.