Raúl Trejo
La regulación de los medios de comunicación en México no propicia la diversidad ni la calidad en sus contenidos. La irrupción de las nuevas tecnologías digitales ha creado un nuevo contexto en el cual el periodismo encuentra nuevas opciones y exigencias. Sin embargo, al menos todavía, el empleo de recursos digitales no permite mejorar sustancialmente el ejercicio profesional de los periodistas en este país.
Escaso periodismo de investigación.
La poca originalidad de los periódicos en línea no se debe únicamente al desaprovechamiento de los recursos digitales, ni a la insuficiente capacitación de sus
redactores, sino a un defecto estructural de la prensa en el país. En México, salvo excepciones, no hay tradición ni ejercicio del periodismo de investigación. La proverbial supeditación de buena parte de la prensa escrita al financiamiento gubernamental –asunto en el que no podemos detenernos en este Informe pero que se ha mantenido a pesar de una importante modificación en las relaciones entre la prensa y el poder político– desalentó o de plano imposibilitó el ejercicio de un periodismo inquisitivo. Durante muchos años, la prensa mexicana se mantuvo de espaldas a la develación o la denuncia de hechos incómodos para el poder político. Más tarde, sobre todo a partir de la última década del siglo XX, el periodismo mexicano se volvió más agresivo, pero no necesariamente por ello ha profundizado los esfuerzos para indagar a fondo acontecimientos de interés público.
Anclada fundamentalmente en la propagación de noticias que ya han sido conocidas en los medios electrónicos, la prensa mexicana es, en su gran mayoría, propagadora de dichos, pero no necesariamente de hechos. Las páginas de los diarios –y desde luego los espejos de esos contenidos que construyen en Internet– siguen repletas de declaraciones y entrevistas, pero con escasa información proveniente de auténtica investigación periodística. Entendemos que la investigación periodística implica hurgar en los motivos de un acontecimiento, cotejar en varias fuentes la información que se ha encontrado, dar cabida a todos los puntos de vista posibles sobre ese tema, recabar lo mismo testimonios que datos en fuentes documentales, explorar el significado que tendrá ese asunto para la sociedad, explicarlo con gráficas y datos cuando sea posible, etcétera.
Héctor Borrat
Considera la filtración como una «comunicación pública que hace el periódico de una información procedente de una fuente que ante el lector del periódico se mantiene en el más estricto secreto». Lo que caracteriza a una filtración, en esta definición de Borrat, no es que la fuente de información sea o no anónima, sino que el periódico la mantenga ante el lector en el más estricto secreto.
Este enfoque acerca de las filtraciones nos lleva a la necesidad de distinguir entre una filtración y las informaciones con atribución reservada. Si el periodista y el medio de comunicación conocen la identidad de la fuente que filtra y publican sus revelaciones manteniendo en secreto la procedencia, nos encontramos ante una situación similar a la que conocemos como información con atribución reservada, tan frecuente en el periodismo de investigación.
Es necesario, por tanto, precisar que lo que caracteriza a la fuente que filtra informaciones -aquello que define la propia esencia de la filtración- es que la fuente es siempre activa, se dirige por iniciativa propia o, como afirma Núñez Ladevéze, por encargo de sus superiores, al medio de comunicación. Se trata, por consiguiente, de una fuente que está muy interesada en que se publiquen sus revelaciones porque sabe que le benefician o porque perjudican a alguien a quien desea hacer daño.
En las informaciones con atribución reservada un periodista puede dirigirse a una fuente de información y conseguir las revelaciones de ésta a cambio de mantener en secreto su identidad. La fuente no tiene que ser, pues, necesariamente activa, ni tiene por qué suministrar informaciones que le benefician expresamente. Tampoco tiene por qué buscar intencionadamente hacer daño a nadie mediante la difusión de esa información.
Desde el punto de vista profesional, la posesión de documentos filtrados es un inmejorable punto de partida para iniciar una investigación sobre la veracidad de los datos filtrados, y también para recopilar más información sobre un tema. Así, las filtraciones pueden convertirse en una guía casi imprescindible para avanzar en una investigación que puede alcanzar, casi siempre, un gran interés.
Los medios de comunicación trabajan continuamente con filtraciones. Sin embargo, el trabajo con fuentes que filtran información no es una actividad exenta de peligros. Los datos filtrados exigen una permanente comprobación a través de otras fuentes, ya que si no son previamente contrastados el medio de comunicación corre el riesgo de ser manipulado por la fuente.
Petra Secanella
En el PI aparece, pues, una múltiple interrelación entre cualificación de la persona u
órganos investigados, conflictividad entre investigador e investigado e interés periodístico. Así, tal y como afirma Borrat (1989:79), “cuando la victoria del periódico es sobre un actor político de primer plano, el periodismo de investigación alcanza su máximo grado de epicidad, de intensidad conflictiva y, por tanto, de interés periodístico”.
También Petra María Secanella insiste en este papel de oposición y enfrentamiento entre investigador e investigado y lo destaca como una de las características más importantes del periodismo de investigación. Según esta autora:
“La esencia de esta modalidad periodística hay que buscarla en un enfrentamiento, oposición o contraste de papeles entre políticos y periodistas. (…) El punto de partida del periodismo de investigación es la obligación por parte de los profesionales de descubrir lo oculto por los poderes públicos y que los ciudadanos tienen derecho a
saber” (Secanella, 1986: 33). Secanella (1986: 109) destaca la importancia de esta modalidad periodística desde
la perspectiva de la investigación de los poderes públicos.
“El periodismo de investigación tiene por objetivo el proponer reformas, exponer injusticias, desenmascarar fraudes, dar a conocer lo que los poderes públicos quieren ocultar, detectar qué instituciones no cumplen con su trabajo, dar información a los electores sobre los políticos y sus intenciones de actuación, reconstruir acontecimientos importantes, etc.”
La existencia de ese conflicto al que hacen referencia estos autores, hace que algunos de ellos tiendan a identificar el periodismo de investigación con la revelación de lo que ocultan las estructuras del poder o, por lo menos, a sugerir una relación tan intensa con este ámbito como para reconocerle como “el más investigado o el más importante entre los investigados” (Secanella, 1986: 80).