EL PODER DE LA ELECCIÓN POPULAR
Las elecciones en México han dado un giro contundente, llevando al país a un cambio radical; sustituyendo al régimen que gobernó hegemónicamente la totalidad del país durante décadas. En México (hace no mucho tiempo) el proceso de supuesta “democratización” ha (había) dejado totalmente intactas las redes de poder de los mismos de siempre. México se encuentra (se encontraba) frente a una disyuntiva histórica. (Hacia un nuevo régimen, p. 265)
En México ha existido una política de desinformación a través de los medios de comunicación; muchas veces favoreciendo de manera consciente los intereses de las clases privilegiadas. Así, los grupos políticos de derecha, nos llevaron en complicidad con ciertos analistas; […] esta política del silencio desnudó la hipocresía de muchos periodistas que suelen presumir sus principios “liberales” o “democráticos”, pero que en realidad se someten de manera consciente a los intereses de la oligarquía y participan plenamente del autoritarismo mediático. (Hacia un nuevo régimen, p. 15)
El deterioro económico en nuestro país, donde solamente se vio favorecida a la clase política y empresarial generó un amargo estrago en la vida nacional; detonando […] el descontento social generado por décadas de corrupción, conflicto de interés y políticas neoliberales (Hacia un nuevo régimen, p. 265).
La participación de las clases populares hoy se ve consolidada en la lucha por contener el poder político a través del democrático voto secreto en las urnas de la elección de sus gobernantes; sin dejar de considerar que […] la batalla por los recursos naturales, la cultura milenaria y el sistema político mexicano constituye una prueba de fuerza tanto para la oligarquía global y sus aparatos represores como para la movilización ciudadana mundial por la paz, la democracia y la justicia. (Hacia un nuevo régimen, p. 13)
Sin embargo, no se puede pensar un país, aún gobernado por la izquierda; alejado de la globalización, sus consecuencias y competencias económicas. Pues de acuerdo con la elección popular basada en los principios democráticos que hemos vivido en esta pasada contienda electoral; se eligió a la primera Presidenta mujer de nuestro país con una votación mayoritaria. Para John Ackerman, es responsabilidad de todos los mexicanos dentro y fuera del país —así como de los ciudadanos conscientes en todo el mundo— , poner su granito de arena para asegurar que el desenlace de la crisis actual del Estado mexicano no abone al renacimiento de del fascismo global y que, por el contrario, pavimente el camino para la liberación humana. (Hacia un nuevo régimen, pp. 13-15)
Si bien es cierto, que entramos al mundo globalizado con una posición que nos puso a competir de manera desigual ante estas políticas comerciales internacionales […] México hoy se encuentra en una posición privilegiada para transformar tanto la teoría como la práctica de la gestión popular del poder en el siglo XXI. (Hacia un nuevo régimen, p. 271)
De acuerdo con Ackerman, deberíamos pensar en el fracaso de los intentos fallidos de gobiernos de izquierda en Europa y Estados Unidos: Obama, Blair, Hollander; para recordarnos que la esencia de la lucha por el poder en el mundo no resulta nada nuevo, ni alentador para las masas de gobernados a nivel mundial. El fenómeno del poder no es nuevo en la historia […] La filosofía del poder de la época moderna, y en cuanto que el mundo actual no es, sino la evolución del pasado, tiene sus raíces “culturales”, sus motivaciones “ideológicas” en el mundo del siglo XV y XVI, sobre todo con Maquiavelo […] La teoría política ha cambiado porque también el mundo real lo ha hecho […] El poder es guerra intelectual, es coacción y consenso, que recuerda, inclusive, el rico concepto gramsciano de hegemonía. (Filosofía y Poder, pp. 15-33)
Pero entonces, qué fue lo que ocurrió en nuestro país para que los ciudadanos a través del “voto popular” pudieran derrocar al régimen que nos gobernó por décadas. Más allá de los escándalos de corrupción visibles para todos los ciudadanos y que los grupos organizados desde su propia trinchera lograron acceder al poder político en México. De acuerdo con John M. Ackerman surgió la imperiosa necesidad de articular una nueva vía de aguerrida militancia social que pueda derrocar al neoliberalismo despótico con la fuerza de la razón y la presencia multitudinaria de la ciudadanía en las calles. No es cuestión, desde luego, de apostarle a una “sociedad civil” deslavada, bien portada y controlada por el financiamiento de corporaciones y fundaciones extranjeras, sino al “México profundo” que siempre ha estado presente en los momentos más cruciales de la historia nacional. (Hacia un nuevo régimen, p. 267)
Las votaciones democráticas como las hemos ejercido en nuestro país se revisten de libertad y secretismo individual. La población a través de su propia razón salió a votar; quizás incitada por las obras públicas, el equilibrio económico, los apoyos sociales; sin embargo, de acuerdo con Jon Elster, la racionalidad en función de las elecciones políticas tienen gran influencia respecto a la participación de los individuos que actúan sobre la base de sus deseos y creencias; sin embargo, respecto a la participación de los individuos en colectividad su actuación no tiene deseos ni creencias. […] “En la medida en que una persona es autónoma, no es meramente el portavoz de otras personas o fuerzas. Más bien, sus gustos, opiniones, ideales, metas, valores y preferencias son auténticamente suyos” (La posibilidad de una política racional, p. 135).
La confianza dada desde el gobierno actual, con el primer Presidente de la República mexicana emanado de la izquierda; se pudo favorecer la oportunidad de ejercer una democracia más libre y consciente; fortaleciendo la oportunidad de un cambio de poder más visible que en los anteriores ejercicios democráticos, donde prevalecía la total desconfianza hacia las instituciones encargadas de los comicios. De acuerdo con Jon Elster, las instituciones políticas no son simplemente un mecanismo de agregación de preferencias individuales a elecciones sociales. También tienden a conformar y modificar las preferencias individuales que habrán de agregarse. (La posibilidad de una política racional, p. 155).
El México de un viejo régimen caduco y desgastado por sus propias políticas de desigualdad social; lo llevaron a ponerlo en jaque ante una ciudadanía cada vez más consciente y racional, respecto a la vida política nacional y sus posibilidades de alcanzar razonablemente un cambio democrático. Pues, el mayor obstáculo para la toma política racional de decisiones surge a partir de una profunda incertidumbre en relación con los resultados de las elecciones políticas (La posibilidad de una política racional, p. 155).
REFERENCIAS
Jon Elster, “La posibilidad de una política racional”, en Ensayos sobre la racionalidad en ética y política, ciencia y tecnología, León Olivé (Compilador), Filosofía, Siglo XXI, México, 374 pp.
Ackerman M., John, El mito de la transición democrática. Nuevas Coordenadas para la Transformación del Régimen Mexicano, Planeta, México, 2015, 319 pp.
Piñon Gaytán, Francisco, Filosofía y Poder. Los rostros del Leviatán, GRAMSCI Ediciones, México, 2006, 160 pp.