El pasado 13 de abril falleció a sus 87 años el escritor y artista alemán, Gí¼nter Grass, por una infección. Hombre de ideología izquierdista, quien por una época fue considerado la “conciencia moral” de Alemania gracias a su novela: El tambor de hojalata, que fue publicada en 1959, donde hacía referencia a un niño (Oskar Matzerath) que vive durante la época de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), este libro narra los momentos decisivos en la vida de Oskar, que lo llevarán a los 29 años de edad, a ser internado en un sanatorio psiquiátrico.
Grass fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1999.
En el año 2006 reveló que a los 17 años participó en la Waffen-SS. Cosa que hizo que grupos y personalidades se unieran al repudio hacia el autor. Grass declaró: “A veces me doy cuenta de que me juzgo a mí mismo como ese niño de 13 años fui reclutado por la Waffen-SS y no precisamente me presenté como voluntario, que era igualmente idiota. Yo quería estar en los submarinos y terminé en la Waffen-SS”.
Con horas de diferencia murió después de estar internado una semana por cáncer de pulmón, el escritor y periodista Uruguayo Eduardo Galeano de 74 años, considerado como uno de los más destacados autores de la literatura latinoamericana. Al igual que Grass, Galeano fue considerado durante mucho tiempo como modelo de la conciencia moral y social.
Inició en el periodismo cuando tenía 14 años de edad, en el semanario socialista “El Sol”, en el que publicaba caricaturas y dibujos políticas que firmaba como Gius. Después fue jefe de redacción del semanario “Marcha” y director del diario “í”°poca”. Luego se exilió en Argentina, donde fundó la revista “Crisis” en 1973. En 1985 fundó y dirigió su propia editorial “El Chanchito”, publicada una vez a la semana en el diario mexicano “La Jornada”.
En Madrid, un periodista español durante una entrevista le comentó: “Yo, leyendo tus libros siento que tú tienes un ojo en el microscopio y el otro en el telescopio” lo que le pareció una buena definición por lo menos de sus intenciones o lo que le gustaría hacer al escribir; “ser capaz de mirar lo que no se mira, pero que merece ser mirado, las pequeñas cosas de la gente anónima, de la gente que los intelectuales suelen despreciar, ese micro mundo que realmente alienta la grandeza del universo y al mismo tiempo ser capaz de contemplar el universo. Desde las cosas chiquitas asomarme a las cosas que son más grandes” comentó Eduardo Galeano.
Entre otros premios, fue galardonado en Estados Unidos con el Premio para la Libertad Cultural, de la fundación Lanna, en el año 1999.