Diana, la cazadora, es una de las esculturas más conocidas de la Ciudad de México, la cual fue elaborada por órdenes del presidente Manuel Avila Camacho en búsqueda de adornar El Paseo de la Reforma.
En 1942 se comenzó su diseño por el arquitecto y pintor Vicente Mendiola y el escultor Juan Fernando Olaguibel. La inspiración detrás de esta escultura fue un enigma, que hasta los años noventa fue revelado.
Es que la joven Helvia Martínez Verdayes, la cual posó de modelo para esta escultura, tenía escasamente 16 años, uno de tantos motivos por los que optó permanecer en el anonimato. Y fue hasta la publicación de su libro: El secreto de La Diana Cazadora, en el cual se revelaba como fuente de inspiración de esta obra y algunas otras conocidas.
Debe recordarse que para los tiempos en que esta escultura fue elaborada, en 1942, había dominio y mando de los grupos moralistas, los cuales protestaron ante tal desnudez.
Encabezados por la Primera dama, misma esposa del presidente que había ordenado la escultura. Así que por orden presidencial, después del escándalo y el asombro, se mandó elaborar un calzón de cobre que recubriera algo del cuerpo desnudo de La Cazadora.
Más tarde, en 1968, se buscó la reparación a su estado original (sin calzón de bronce) para recibir las Olimpiadas de 1968, y fue ahí, donde la escultura fue dañada a tal grado que se tuvo que ordenar volverla a fundir. Por lo que la pieza original se puede encontrar en Ixmiquilpan, Hidalgo y la que adorna en la actualidad El Paseo de Reforma, es su copia. Y por último debe señalarse que el nombre oficial de la estatua es el de La Fuente Flechadora de las Estrellas del Norte, pero coloquialmente y para los que la conocen siempre es y será: Diana, La cazadora.