La formación de sociedades y los organismos que las sustentan fueron un paso importante en la madurez social y cultural durante los siglos XVIII y XIX, se dio un paso importante hacia una sociedad formadora de valores y de principios en los que el código moral social marcó un hito en el advenimiento del Estado de derecho que regulo a la sociedad, se formaron las instituciones y estas fueron adquiriendo solidez y renombre, primero por parte del Estado, luego por la sociedad y por último por la fuerza laboral mediante la conformación de sindicatos. No sin mencionar la enorme importancia e influencia del cristianismo, que ayudó a solidificar la moral de la época, adaptándose a la ideología formadora de valores y conductas a seguir, esa influencia fue aprovechada por el Estado para regir a las sociedades, es decir, para domesticarlas.
Después del nacimiento y progreso de la sociedad occidental, se dio paso a una vorágine cultural en la cual todo estaba en progreso y en boga, el decaimiento social vendría después, cuando ya entrado el siglo XX pasamos de la riqueza progresista al estancamiento social, se pasó del ansia cultural al desgano mediático, el mass media dejo de surtir efecto o al menos el efecto logrado al inicio y el hombre se volvió apático en una sociedad consumista, ya que dejo de ser el factor clave en la evolución para dejar que el consumo se adjudicará el papel estelar. También Dios dejó de ser una palabra clave en los códigos morales, estábamos ya abiertos a la transgresión moral, el hombre quería apropiarse de su conducta, de su moral, juzgarse a sí mismo sin penitencias impuestas, ni por Dios ni por el Estado, quizá tampoco por sí mismo. Fueron muchos los factores y las circunstancias de los modelos sociales que determinaron el moldeamiento de los valores morales a los cuales se apegó o doblegó el hombre actual y por los cuales llegó posteriormente a su desapego.
Al inicio, las universidades dejaron de ser el bastión por excelencia de la educación, el desarrollo tecnológico suplió la presencia asistencial, es decir, a la presencia del hombre en el aula, el hombre se dio cuenta de que podía educarse sin instrucción, incluso sin el apoyo docente en algunos casos, el hombre quería sentirse independiente de todo, enajenarse de todo proceso secular que lo hostigara o atara al mástil educativo, quería derrocar a los próceres universitarios, a los fundadores del método universitario, a las áreas primarias del conocimiento, entre ellas, a la filosofía, el hombre quería autosuficiencia, quería entenderse, por supuesto, pero sin medios ni instrucciones, quería interrogarse de lleno, de forma plana y sin mediadores, quería formularse las preguntas de antaño, pero que fueran formuladas en el mundo del hoy, con la progresión de hoy, con la actualidad del hoy, con los códigos de hoy, probablemente hastiado de que la importancia del conocimiento se había radicado en saber más, pero no en saber para qué, lo cualitativo se convirtió en un sistema somero de medición del conocimiento, por esto el hombre quería educarse libremente.
A la sociedad dejo de importarle el destino político, ya que al hombre nunca se le había tomado en cuenta, al menos no en las grandes decisiones, por ende, dio la espalda a la democracia, se desinteresó por los elegidos de forma tácita por los contubernios de estos, por el proselitismo barato en aras de un poder económico, el Estado no atendió a la sociedad, solamente vio por sus intereses y por el beneficio real que le competía, es decir, el geopolítico. Por su parte el hombre definió su identidad, estaba seguro de querer a su patria, pero no sentía ese nacionalismo otrora defensor de himnos y banderas, tampoco sentía ese jubiló de tener una tierra propia porque sabía que no le pertenecería del todo, era difícil sentirse dueño de algo, ya que si acaso poseía un pedazo de tierra estéril que le implicaba además un impuesto que estaba concebido para doblegarlo en pro de constituciones anhelantes de sueños de libertad y de progreso, el hombre quería de vuelta su territorio. El hombre es un ser territorial nato, quería lo suyo, se dedicaba a trabajar como bestia para obtener poco, dejo a extraños el cuidado de los suyos a cambio de larguísimas horas de labor, los niños nacían y crecían fuera de la visión y del amor casero, de la comida casera, el hombre además de estar mal educado estaba mal alimentado, de nueva cuenta la calidad dejo de importar, solo importaba la cantidad. No era nada más una cuestión de monotonía, también eran apatía y alienación, el hombre ya no tenía identidad ni discurso, pero más importante aún, no tenía dirección, no tenía un destino garantizado, ¿existía un destino?, sí claro, únicamente que no sabía cuál y cómo era o incluso si lo quería, el hombre paso al desgano, a la indiferencia, a no importarle su entorno inmediato, el social y cultural, pero no confundamos lo anterior con conformismo, le importaba su situación, por supuesto, pero no la de los demás.
El hombre se escindió de las instituciones, adquirió su autonomía racional y vislumbró su crecimiento más allá de la mano del sistema, empezó a comprender que el engranaje mediático no era ni siquiera someramente saludable, quería desmantelar los conceptos que le habían sido insertados desde pequeño para poder estructurarlos de una forma más lógica para su comprensión, para desarrollar un sistema más proactivo que le permitiera evolucionar como hombre y sociedad, comprendería también que era parte de un todo dentro de su aislamiento interrogativo, anhelaba ser el tomador de decisiones sobre su presupuesto y su persona, quería adquirir esa capacidad de raciocinio inteligente que le permitiera por vez primera una visión más amplia del mundo. El sistema jamás podrá desalentar a un hombre educado, a un hombre que piensa y razona libremente. El capitalismo tomó esa libertad y la convirtió en un arma certera, en una sociedad que se destroza por consumir libremente sin respetar estratos, se inserta hondamente en dicha libertad de consumo. Las instituciones se unirían a través de los medios para combatir la apatía del hombre, querían vencerla y retomar lo que era suyo, es decir, la voluntad del hombre, formaron un imperio que difícilmente dejarían solo porque al hombre se le había ocurrido pensar y tomar las riendas de sus decisiones, lo anterior representaba todo aquello que iba en contra del control mental y emocional que el Estado tiene para el hombre. Se generaría una revolución liberal de todo tipo, no solo mental ni sexual, el hombre libre por fin experimentaría su entorno y más importante aún, se experimentaría a sí mismo sin límites, había un deseo de placer expreso en el aire, en los bares y en la muchedumbre, la sociedad quería fornicar sin consentimiento ni reglas, sin protección y sin amagos.
El hombre conocería por vez primera la soledad, liberaría su mano de la rienda del Estado, de las instituciones y de las iglesias, al inicio se sintió tambaleante, inseguro, pero poco a poco abrazaría a la soledad y la conquistaría, la poseería y la apreciaría, luego la aseguraría como propia y la defendería como un bastión de riqueza espiritual en el cual quería trascender antes de pertenecer nuevamente al vacío colectivo, no quería volver a aborregarse ante el estatus social convencional, quería pertenecerse él primero antes de pertenecer al común, primero yo y después yo antes que ellos, narcisismo puro, por vez primera se antepondría el yo, entenderíamos nuestra valía y la aumentaríamos ilimitadamente, dicha idealización del yo nos llevaría a tener una nueva sensación de poder, de poder estar presentes de nuevo en la vida pública, pero esta vez sería distinto, ya que podríamos incidir en las políticas y en el sistema, nos inconformaríamos y manifestaríamos por todos lados mostrando el desgane hacia las viejas fórmulas y las nuevas guerras, el hombre quería vivir su presente sin el lastre social pasado, se inicia otra revolución social y cultural donde la demanda era vivir el presente, el hombre se involucraría con el medio ambiente, se preocuparía de forma genuina por la multiculturalidad, ya que comprende la riqueza de la misma, la información vuelve a su coto de poder, el código moral querría instaurarse de nuevo, surgirían más códigos y el inicio de la revaloración de la conducta social.
El desarrollo informático vendría a replantear la forma de controlar a las sociedades e individuos, es un intercambio acelerado de información que fluye en todos los sentidos, pero con poca si es que nula regulación, el control psíquico de las masas fue la novedad por la forma de verter las ideas e implantarlas en pequeños grupos de choque, de gestión, de élite, el Estado tomó esa vanidad del hombre que anhelaba ser partícipe y la uso a su favor, le hizo creer que importaba, que decidía, que controlaba sus decisiones, pero recordemos que las decisiones individuales solo cuentan cuando se formulan en masa, es decir, sumando el hombre asume que decide, aunque no sepa qué. La carroña de los mass media envolvió al hombre con su manto nebuloso de información coartada, información filtrada por los verdaderos tomadores de decisiones, por los grupos que controlan las economías. Querían ver al hombre donde estaba situado, en el estrato al que pertenecía y procurándole las condiciones para ello, al Estado no le convenía que descendiera, ya que descender es inconformarse, permanecer es agradecer y ascender es solamente un sueño comercial que le venden al hombre. Esa autopercepción del yo superior se enrarecería con el tiempo y se desestimaría, después el hombre se revalorizaría de nuevo y se tasaría conforme a su valor real como un ente pensante y como un ente colectivo, empezaría una disociación entre el yo reflexivo y el yo anhelante para dar paso a una ensoñación de una realidad que se vería distante, pero que se aproximaba de forma contundente, esa sombra nos quebraría para dejarnos atónitos ante dicha veracidad porque pertenecemos a un sistema social moldeado por valores que han evolucionado de generación en generación, formando un círculo que va pasando por todas las luchas y todos los conceptos al que el hombre ha sido expuesto desde que empezó a reflexionar sobre su yo básico.
En cada ciclo, el hombre se ha ido desmembrando de lo que le parece fútil o inútil, como en el caso de la religión, a la que no se acercará de la forma que lo hizo en un inicio, en cambio, inserta nuevamente al Estado con la advertencia enérgica de que puedo cambiarte si así lo deseo, por su parte el Estado comprenderá el papel del nuevo hombre y habrá un acuerdo tácito de negociación, pero las sociedades necesitan más, requieren más y no solamente un respeto obligado, quieren autonomía, identidad y diversidad, espacios y expresiones, y también pluralidad. Un yo persistente se desgasta, se erosiona, por eso la importancia de evolucionar y de cambiar constructos y predicados, la igualdad previene dicha erosión, la evita si todos valemos y si valemos todos, valemos aún más, es un concepto matemático de suma básica, una sociedad igualitaria es una sociedad avanzada, pero debe garantizarse y no únicamente verbalizarse, debemos dejar el yo por el todos, sumando también a la naturaleza como uno más, de la que todos partimos, la suma ideal debiese ser la siguiente: naturaleza más todos es igual a uno, donde el uno es indivisible, es el número mágico al que aspira una sociedad generosa y evolutiva que trasciende, yo valgo, tú vales y todos valemos.
Referencias.
• Lipovetsky G. La era del vacío. Pags. 34-67.
• Lipovestky G. El crepúsculo del deber. Pags. 81-111.
• Zizek S. Sobre la violencia: seis reflexiones marginales. Paidos, Argentina, 2009, pags.
• Kortansje M. Sobre la violencia: seis reflexiones marginales. En respuesta a S Zisek. Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas | 30 (2011.2).