El imaginario social es un conglomerado de significados o símbolos que los individuos utilizan dentro de una sociedad y les sirven para conducirse dentro de esta, es por ello por lo que se le nombra imaginario, debido a que no es algo tangible, sino creado arbitrariamente por el ser humano, también se le denomina magma. El imaginario se autocrea y se define a sí mismo, y dicha identidad es la forma de interpretarse, produciéndose una especie de limbo entre lo real y lo imaginario. El imaginario nutre a las instituciones que le dan unidad a una sociedad, entendiendo por institución una de las formas en que nos enrolamos en la sociedad en sí, es decir, la manera en que creamos las leyes, los roles o el lenguaje, pero que a su vez forman parte de la cultura y nos mantiene unidos.
La institución puede ser coercitiva y puede legitimarse o crearse mediante la elaboración de bienes, por ejemplo, de consumo, lo anterior se realiza a través de elementos irracionales, que se manifiestan al hacerse reales para transformarse en instituciones, de aquí pueden derivarse en dos dimensiones, la conjuntista – identitaria, que está dada por la sobre significación de la determinación y la imaginaria, la primera opaca a la imaginaria, pero en cualesquiera de las dos dimensiones lo principal son los significados y la interpretación de estos. Una sociedad se forma de novo a través de la creación misma, ya que se transforma constantemente, por ende, da lugar a nuevas formas, sin que esto signifique que es evolutiva, sino que rompe con lo anterior dando lugar a una creación nueva que es mejor, debido a que toma el significado de la anterior para mejorarse.
Hablando del imaginario mexicano, este está formado por nuestra riqueza cultural, siendo parte de ella nuestra música folclórica, las artesanías, nuestras costumbres, por ejemplo, las relacionadas con la muerte, nuestra religión, en especial el culto a la virgen de Guadalupe, nuestra algarabía, la unión que mostramos los mexicanos cuando estamos fuera del país, pero también cuando no lo hacemos estando en él, nuestra corrupción y cómo influye está en nuestro ámbito diario, la terrible política que tenemos, ya que ella emana de nuestra sociedad, la educación no solo formal, sino también la de la calle, que es la que mejor nos representa, nuestro arte, a través de grandes artistas que nos dan nombre, el culto al balompié. Son un sinfín de situaciones y leyendas las que engloban a toda nuestra cultura, y que son las que le dan identidad a la sociedad mexicana.
Samuel Ramos expone como su tesis principal, la introversión del hombre como fuente del sentimiento de inferioridad y cómo es que se encuentra entre el valor real de sí mismo y su percepción, apoyándose para defender su tesis en Alfredo Adler, quien era un discípulo de Freud, aunque también se apoya a mi parecer en Carl Gustav Jung, quien era un psicólogo suizo, también contemporáneo de Freud.
El sentimiento de inferioridad se gesta o se evita cuando el hombre es consciente de sus aptitudes, dicho sentimiento se reafirma a sí mismo al concientizar varias veces lo anterior, es decir, mediante la constancia de los actos e independientemente de los factores externos a ello, esto le ayuda a enfrentar algunas situaciones de riesgo y también a tener cierta soltura en sus actos, a adaptarse a las circunstancias y a su entorno, y a tener cierta flexibilidad en sus actos que le permitan cierto margen de maniobrabilidad. El hombre, ya sea por seguridad o por anhelo, busca tener siempre algo más que le otorgue entre otras cosas poder, incluso puede tenerlo intrínseco en su ser, pero cuando no logra tener ese poder que desea, es cuando pasa de ser positivo a ser pesimista, entonces el hombre se sentirá inseguro y poco capaz, es cuando le abrirá las puertas al sentimiento de inferioridad. Una persona con dicho sentimiento actuará como una persona débil o incapaz, incluso se deprimirá al grado de llegar al suicidio.
Si el individuo mantiene esa falsa percepción de valía, también puede desarrollar una neurosis como respuesta. La otra forma de conducta que el hombre puede adoptar es reemplazando la realidad por ficción, para así adaptarse socialmente a un rol que le permita ser superior a la realidad en que vive, aun cuando sea percibido por los demás de otra manera, esto le permitirá sobrellevar la inferioridad de una forma estable.
Para superar el sentimiento de inferioridad podemos desarrollar algunos mecanismos de defensa, uno es aceptando la realidad, conviniendo para ello que las capacidades si bien menores pueden adaptarse a otras circunstancias en la que no será inferior, para así aceptar el valor real que tiene y entonces encontrar el punto medio entre este y la realidad, armonizando de esta forma su valor tangible y desvaneciendo así el sentimiento de inferioridad. El origen histórico del sentimiento de inferioridad en México debe situarse en la conquista y la colonización, dicho sentimiento de inferioridad fue manifestándose más a partir del movimiento de independencia, debido a la búsqueda de una identidad propia, ya que fue ahí donde queríamos estar situados, es decir, a la par de la sociedad europea que para entonces nos llevaba ya siglos de adelanto, por ende, terminaríamos imitándolos para obtener ese sentimiento de igualdad.
La propuesta de Ramos que explica el sentimiento de inferioridad en el mexicano, pero sin soslayarlo continúa siendo muy vigente, ya que si bien el movimiento de independencia quedo atrás hace mucho tiempo, el sentimiento de inferioridad ha persistido, pero ya no es por imitación de la sociedad europea, sino que ahora es debido al molde de la sociedad estadounidense que tenemos como ejemplo a seguir, por ser ellos quienes aspiramos a ser e imitamos, esto debido a la sencilla razón de la cercanía, la forma en que lidiamos con lo anterior es que nosotros a la vez nos sentimos superiores respecto de nuestros vecinos del sur, y en cierta manera no estamos del todo equivocados, ya que somos la tercera economía de Latinoamérica, después de Brasil y Chile, pero esto solo es uno de los factores que nos hacen llevar de manera armoniosa nuestra realidad respecto de quienes somos, claro que somos un país con muchos rasgos de identidad propia, sin embargo, con un bagaje español del cual nunca podremos librarnos, ya que fueron ellos nuestros conquistadores, quizá la forma de enfrentarlo éticamente sería terminar de aceptarlo, tal como lo hemos hecho desde entonces y comprender que nuestra identidad es esa rica mezcla de culturas, es decir, la cultura española y la cultura nativa de Mesoamérica. Falta mucho para evolucionar el imaginario, la mejor forma para lograr lo anterior es la educación formal y, como dice Ramos, la experiencia.
Referencias.
• Castoriadis C. (1998). Lo imaginario: la creación en el dominio histórico social. Los dominios del hombre. Las encrucijadas del laberinto. Gedisa, Barcelona, España.
• Ramos S. (2001). El perfil del hombre y la cultura en México. Editorial Planeta, México.