Brutalismo: una joya inadvertida de la arquitectura

La arquitectura brutalista emerge tras la Segunda Guerra Mundial como una solución adaptable a las necesidades de los países, caracterizándose por su uso principal de hormigón, un material económico y versátil para la construcción. En contraste con los materiales convencionales como el acero o el vidrio, el hormigón se erige como un sello distintivo del estilo.
La esencia del brutalismo radica en su material y masa; edificaciones imponentes y a menudo “desnudas” que se alzan como monumentos más que como estructuras funcionales. Este estilo, práctico por su bajo costo, atrajo tanto a las clases menos favorecidas como a las más altas, generando una arquitectura robusta que, aunque algunas hoy se encuentren en mal estado, otras permanecen en su esplendor.
Un ejemplo emblemático de este estilo es la Biblioteca Geisel en San Diego, una construcción que ejemplifica la longevidad y la mínima necesidad de mantenimiento, aspectos distintivos de la arquitectura brutalista. Esta longevidad se atribuye a los materiales empleados, lo que garantiza una durabilidad extraordinaria a lo largo de los años.
La interacción con la luz es otro rasgo distintivo; los juegos de sombras y contrastes realzan las texturas del hormigón, generando un rostro único para cada edificio a lo largo del día. Este estilo demuestra cómo la simplicidad puede traducirse en belleza, transformando un enfoque económico y práctico en obras majestuosas e impresionantes.
Las edificaciones brutalistas, en lugar de fusionarse con el entorno, ocupan un lugar central y se erigen como protagonistas indiscutibles. Su presencia imponente, geometría simétrica y aspecto monumental las convierten en un punto focal ineludible. Este estilo arquitectónico se adueña del espacio y se vuelve inamovible, subrayando su estética majestuosa.
Concluimos este recorrido visual con una imagen de las Torres Blancas de Madrid, un ejemplo sublime de la impactante arquitectura brutalista.

La materia oscura y Platón

Materia Oscura

La materia oscura sigue siendo un misterio para la ciencia, representando el 80% de la materia en el universo. Aunque se defina por lo que no es, su existencia se infiere a través de sus efectos gravitacionales, manifestándose a través de su influencia en la materia visible, como estrellas y galaxias. La búsqueda de respuestas ante lo desconocido no es algo nuevo; desde los tiempos antiguos, como se ve en el diálogo Timeo, los seres humanos han tratado de comprender el cosmos mediante explicaciones basadas en los conocimientos de su época. Platón, a través del Timeo, utiliza la matemática y la geometría como herramientas para comprender el universo, mostrando al demiurgo como el artífice que ordena los elementos caóticos. Este diálogo no solo intenta explicar el cosmos, sino también al hombre y a la sociedad en un esfuerzo profundo y expansivo.

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